
Aún me quedaban 2 horas para que saliese el autobus, así que me senté en un banco de la estación, saqué el bocadillo que me había hecho y algo de lectura para matar el tiempo. Detras mio había un niño que no paraba de dar el coñazo corriendo de un lado para otro. En fin, me recordaba a mí pequeño. Tras terminar el bocata y ver como el niño hiperactivo seguía revoloteando y jugando con el banco, llegó la hora de buscar mi autobus.
"Madrid-Bilbao Salida:15:00" Perfecto, justo a su hora. En la cola para entrar en el autobus veo una asiática atractiva que saca el billete, cuando lo saca puedo observar que en el billete pone Asiento: 45... !Vaya mi asiento es el 44! !Parece que no va a ser tan malo este viaje de 5 horas que me espera! Parecía mi día suerte.
Subo al autobus y empiezo a buscar mi asiento, 39-40, 42-41 43-44... ¡Mierda! El 44 va con el 43 y el 46 con el 45. Y en vez de sentarme con la atractiva asiática me tocó sentarme con el hijo regordete de una familia peruana. La familia constaba por el padre de familia, la madre, la hija adolescente y algo choni, el hijo regordete y la hija de 3 años que era un saco de babas andante.
Arranca el autobus y tras un rato de pelea entre el hijo regordete y la hermana mayor que se sentaba delante, el niño se duerme. Entonces pienso: ¡Eh, que buena idea echarme una siesta para que el viaje se pase más deprisa y no estar lamentándome de que la asiática esté en otro asiento y nos separaba un viejo que se le caía la baba mientras dormía!
Antes de cerrar los ojos observo que la pequeña de la familia está de pie en el asiento dando botes y cantando, enciendo mi mp3 y me dispongo a dormir.
Cuando consigo conciliar el sueño y pasan veinte minutos al señor de la casa también le parece buena echarse una buena siesta, pero no le es suficiente su espacio por lo que echa a tope el asiento hacia atrás sin mirar y consigue aplastarme las piernas lo que hace que me despierte de golpe. Al oir mi queja el padre me responde con un "gñññññ" (sonido típico de no enterarte porque estás dormido). Finalmente me resigno y decido leer un poco. Pero el show de la pequeña ya no solo se limitaba a su asiento, sino que la madre (dormida también) había dejado a la chiquitina corretear por el pasillo del bus. !Qué madre más responsable, dormida sin poder ver como se iba a escoñar su princesita!
La niña se me queda mirando y yo le empiezo a hacer burla. Ella se rie y pasa por mi lado manchándome de babas... (Era como cuando Bill Murray era moqueado por Slimer en Cazafantasmas). La madre se despierta, ve a su hija correteando y como era de esperar, no hace absolutamente nada. Tras un rato de gritos de alegria y saltos pasó lo inevitable, la pequeña se da el ostión del siglo y el resto de las 3 horas de viaje que quedaban estuvo llorando.
Tras mi estupendo viaje mi surgieron 2 dudas:
- ¿Si no sabes cuidar de tus hijos para qué tienes tanto?
- ¿Como el hijo pudo dormir durante todo el día pese al griterio y lloriqueos de su hermana menor?
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